A partir de hoy iniciamos la publicación de los microrrelatos participantes en nuestro concurso. ¡Gracias y suerte a todos los participantes!
Aquí están los tres primeros:
Aquí están los tres primeros:
1. EL CAJÓN DEL OLVIDO
María se acaba de enterar ¡será abuela! Salió deprisa hacia la tienda, para hacer la primera toquilla al bebé, la tenía en su mente la única duda era si hacerla a ganchillo o con dos agujas, al final optó por las dos: punto bobo que le recordaba las olas del mar y un remate de ondas como la espuma que baña la arena, compró los seis ovillos turquesa que quedaban en la estantería.
Comenzó a tejer, anudando uno tras otro hasta el quinto.
-¡eh! No me dejes, te puedo hacer falta, no me devuelvas quiero estar con mis amigos, podrías reformar la prenda, ponerle flecos o capucha.
Pase la noche llorando, al día siguiente María me metió en el bolso, cayeron las llaves y las gafas encima, entró en la tienda no había ninguno igual que yo, y me echaron al peor destino para un ovillo, el cajón del olvido.
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2. TEJIENDO SONRISAS
Solicité plaza como cooperante en un campo de refugiados, al que llegué una mañana con mis ideales solidarios por todo equipaje.
Enseguida comprobé la dureza y crueldad de esa vida. Lo peor era ver a los niños tan tristes, con la incomprensión dibujada en sus ojos.
Un día encontré unas cajas arrinconadas en un almacén. ¡Lanas! Hilos de todos los colores, ganchillos, agujas de hacer punto…
Decidí aprovecharlo. Primero fueron unas pocas niñas, pero, poco a poco, también los niños vinieron a aprender a hacer cadeneta. Con paciencia y mucha lana aprendieron el arte del punto bajo y todos terminaron tejiendo gorros y bufandas, entre risas y canciones.
El día de mi despedida, mis alumnos me hicieron el mejor regalo de mi vida, un chal. ¡Era horrible! El punto demasiado flojo, los colores mal escogidos… pero supe que nunca podría desprenderme de él ni del recuerdo de sus caritas sonrientes.
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3.MICRORRELATO GANCHILLO
Entraba un tenue rayo de sol, por la colorida cristalera de la ventana, no había podido dormir en toda la noche, estaba esperando...
Decidió levantarse, y sentarse en su querida hamaca, herencia de su abuela, y empezó a balancerarse,como lo hacia ella.
Cuántas tardes compartidas.Fue la primera en enseñarle como bordar, como combinar los colores, en una mantelería y en un jersey, en la infinidad de labores que había hecho.
La última creación fue una chaqueta pequeñíta blanca, de ganchillo, con diminutas flores de tonos pasteles, preciosa, para su biznieta, que nunca tendría en sus brazos, esa noche más que nunca la añoraba, cogió la chaqueta y se la posó suavemente sobre su vientre, y entonces se movió , su niña se movió, lloró de alegría, cerró los ojos y siguió esperando.
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